Por María Eugenia Villalonga

Para LA GACETA - BUENOS AIRES

Si bien nuestro corazón estaba con César Aira, fue una grata sorpresa saber que este año el premio Nobel fue para el notable narrador húngaro László Krasznahorkai, del que teníamos noticia gracias a la editorial Sigilo, que publicó El último lobo y recientemente, Al norte la montaña, al sur el lago, al oeste el camino, al este el río y a la española Acantilado, que publicó toda su obra traducida a nuestro idioma.

Cuentan en su biografía que después de abandonar su país en los últimos años de vida comunista, se dedicó a viajar (y a escribir), y residió en Europa, en los países de Oriente y hasta en el piso donde vivió Allen Ginsberg en Nueva York para, en una vuelta propia de su literatura, terminar recluido en las colinas húngaras de Szentlászló, donde vive hoy.

Qué libros leer de László Krasznahorkai, ganador del Nobel de Literatura 2025

Ya desde la aparición de su primera novela, Tango satánico, en 1985, se perfiló como una figura importante del campo cultural húngaro, cuando fue llevada a la pantalla por el cineasta Béla Tarr, junto con Melancolía de la resistencia. El nuevo siglo lo consagró con varios premios importantes hasta el reciente Nobel, “por su obra que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”, dijeron los académicos suecos. Del arte como resistencia hacia donde se dirige el mundo, podríamos agregar.

Mirar y callar

En Al norte la montaña, al sur el lago, al oeste el camino, al este el río, emprendemos un viaje, junto al protagonista, el nieto del príncipe Gengi, en busca de un monasterio abandonado en las afueras de Kioto donde, según un libro que éste leyó, se encuentra el pequeño jardín secreto más simple y perfecto que se haya construido. Asistimos a la experiencia del conocimiento a través de la contemplación. Porque de lo que se trata, nos dice, es de aprender a “mirar y callar”, para abrir la percepción a esa fuente de maravillas que puede ser el mundo en lo que tiene de armonía, levedad y belleza. Como la de los pórticos y pagodas, con sus techos “curvos como alas” o los caminos de piedra ondulada que, como la ola de Hokusai, congelan la imagen de un mar bravío.

El Nobel de Literatura 2025 fue para el húngaro László Krasznahorkai

Contra la experiencia literaria de la modernidad, fragmentaria y autorreflexiva, la novela invita a dejarse absorber por la contemplación del paisaje como un todo y en la descripción detallada del trabajo sobre los materiales para la construcción del monasterio, nos pone frente al experiencia del tiempo, gran tema de su literatura.

El último narrador

Y es durante las horas perdidas en un bar de Berlín y frente a un barman húngaro que el protagonista de El último lobo, un profesor de filosofía desocupado, desgrana la historia de su viaje a la región española de Extremadura, invitado por una fundación, para que escriba sus impresiones sobre el lugar.

Creyendo que es un error acepta la invitación, mientras se pregunta qué puede escribir él sobre un lugar que desconoce. Pero el encuentro fortuito con un artículo que hablaba del “fallecimiento” del último lobo al sur del río Duero lo saca de su apatía. Pronto descubre una afinidad profunda entre ese paisaje yermo y su propia alma y se entrega a los relatos que, sin saberlo, los lugareños le cuentan sobre el final de una época que la gentrificación hará desaparecer. De un mundo campesino donde los lobos, como el que persigue a la famosa niña de capa roja, concentran los miedos de la humanidad al poder irresistible del deseo.

El relato de la cacería de la última pareja de lobos que escucha de un atribulado guarda forestal le devuelve su propia imagen de lobo estepario, último narrador de un mundo donde la literatura se desentendió de la experiencia de lo ancestral.

Una mención aparte merece la traducción del chileno Adán Kovacsics, que nos libra a los latinoamericanos del español peninsular y hace de la lectura una experiencia más que gozosa, que esperamos se repita.

© LA GACETA

María Eugenia Villalonga – Licenciada en Letras de la UBA, colaboradora de Perfil, Página/12, El País y LA GACETA.

PERFIL

László Krasznahorkai (Gyula, Hungría, 1954) recorrió durante años el país después de estudiar en Budapest y ejerció diversas profesiones en pueblos y ciudades. La editorial Acantilado ha publicado Melancolía de la resistencia (2001)-con la que se presentó a los lectores en lengua española-, Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río (2005), Guerra y guerra (2009), Ha llegado Isaías (2009), Y Seiobo descendió a la Tierra (2015), Tango satánico (2017), Relaciones misericordiosas (2023) y El barón Wenckheim vuelve a casa (2024). Varias de sus obras han sido llevadas al cine. En 2004 recibió el Premio Kossuth, uno de los más prestigiosos de su país, por el conjunto de su obra; en 2015, el Man Booker International; en 2021, el Premio Austríaco de Literatura Europea, y en 2024, el Formentor de las Letras.